Mensaje de
María, Reina del Rosario y de la Paz, y de Jesús.
Por la mañana.
¡La paz a tu corazón!
Hijo mío, por un momento
vosotros todavía tenéis a mi Hijo, vosotros todavía tenéis la Eucaristía: su
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad… ¡por un momento!... Pronto, viene la
abominación, la gran desolación general de la Iglesia de mi Divino Hijo: a
escondidas celebrarán para encontrarlo verdaderamente y recibirlo, por dolores
y espinos de persecuciones y humillaciones caminarán. Todo esto acontecerá por
causa de la falsa comunión y fraternidad sin mi Hijo en medio de vosotros.
Doblad vuestras rodillas al suelo, suplicad el perdón y la misericordia divina,
porque la humanidad ingrata será castigada terriblemente cuando estos días
lleguen, porque está atrayendo el terrible castigo que vendrá del cielo y no
escaparán de él ni buenos ni malos, ni Ministros de Dios ni fieles: todos caerán
por tierra y sufrirán, unos para la gloria y otros para la desgracia eterna,
porque serán abatidos por el brazo fuerte de la Justicia de Dios.
Yo te bendigo.
Algunos
minutos después, cuando meditaba las palabras de la Madre Santísima, escuche la
voz de Jesús que me dijo:
¡SIN MÍ NADA PODÉIS HACER! (Jn
15,5)