20 de junio 2020 – Manaos, Amazonas, Brasil
Mensaje de la Reina del Rosario y de la Paz
¡La paz a tu corazón!
Hijo mío, reza mucho y permite que le cuente a tu corazón
mi doloroso llamado a todos mis hijos del mundo entero. Con la salida del Papa
Benedicto XVI del Vaticano, Dios está dando una señal a los católicos del mundo
entero de que está a punto de castigar a la Santa Iglesia y a la humanidad de
la forma más terrible, a causa de vuestros pecados, de los escándalos y de las
corrupciones y la piedra falsa se quebrará por el medio, porque no era la
verdadera y no estaba fundamentada en Cristo.
Doblad vuestras rodillas en el suelo todos los hombres y
mujeres de buena voluntad, porque el hijo de las tinieblas está recibiendo el
poder del padre de la mentira para actuar y llevar el dolor, el sufrimiento y
las terribles persecuciones a la Santa Iglesia y a toda la humanidad. Pocos
serán los que permanezcan fieles en el camino de Dios. Muchos por miedo de los
dolores y de las persecuciones traicionarán las verdades eternas y serán aquellos
que no vivirán más las enseñanzas que mi Hijo Jesús dejó en su Santa Iglesia.
Esta es la hora en que el demonio se burla de los Ministros de Dios que se volvieron
cobardes y se dejaron vencer por la autoridad de los hombres, desobedeciendo la
autoridad de Dios, no teniendo el coraje pleno de defender los derechos del
Señor, porque no amaban la verdad que predicaban y, muchos de ellos, vivían
sólo de apariencias, ofendiendo al Señor en una vida doble y equivocada, llena
de pecados.
Reza, reza y repara los terribles pecados del mundo, pues
la justicia de Dios está llegando de un modo nunca visto e, intensamente, sobre
todos los Ministros de Dios y sobre toda la humanidad y cuando ella os alcance
no quedará piedra sobre piedra, porque no me escuchasteis, ofendiendo al
Corazón de mi Divino Hijo y a mi Inmaculado Corazón.
Yo te bendigo, hijo mío. Queda con la paz de mi Corazón
maternal y con mi protección para ti y toda tu familia.
Antes de irse, la Santa Madre, consoló mi corazón con
estas palabras que entraron y conmovieron mi corazón:
Glauber, reza por el Papa. Glauber, ten fe y haz justicia
a tu nombre de bautismo, al nombre que Dios iluminó a tus padres y con el cual
serás conocido hasta el fin de tu vida. Fe, fe, fe, hijo mío, ¡Glauber!... Sé
un ejemplo de fe al todo el pueblo del Amazonas, Glauber, y al final, mi hijo
Jesús te dará la recompensa de los que nunca dudaron y siempre confiaron en el
poder de su nombre y de su amor divino.