Mensaje de la Reina del Rosario y de la Paz
¡La paz a tu corazón!
Hijo mío, yo, tu madre, vengo del cielo para darte todo
mi amor y luz, para que los lleves a tus hermanos tan necesitados de fe y
esperanza. Mucho se desesperan en las pruebas de la vida, porque no rezan y se
alejaron de Dios. Solamente por medio de la oración el Señor os puede conceder
las gracias que os ayudarán y os fortalecerán en el amor, en la fe y en la
confianza profunda en su Corazón Misericordioso. Los que no rezan no pueden merecer
las gracias divinas ni su protección. Estos están atrayendo sobre sí las
calamidades y las tristezas de la vida. Mas cuando un corazón oscurecido por el
pecado y distante de Dios comienza a rezar, para este la luz de Dios y su
presencia divina comienzan a ser percibidas y sentidas en su vida de un modo
intenso que penetra en lo profundo de su alma, cambiando de vida.
Reza, hijo mío, reza por la conversión y la salvación de
las almas. Ellas son preciosas para Dios y para mí. Cuando un alma se pierde y
va al infierno, cuánto dolor siento en mi Inmaculado Corazón. Lágrimas caen de
mis ojos, pues éstos se condenan, porque los buenos no rezaron ni se
sacrificaron lo suficiente por los que estaban sin luz y sin vida. De ti y de
muchos hijos míos que escucharon y creyeron en mis palabras maternales yo pido
más dedicación y esfuerzo en rezar, en sacrificarse y en hacer penitencia por
la conversión y la salvación de las almas. Yo os estoy llamando a todos mis
hijos del mundo entero a tener este propósito en vuestras vidas. Yo bendigo y
siempre bendeciré a todos aquellos que pongan en práctica este llamado mío y
los ayudaré en sus momentos más difíciles. A ti y a toda la humanidad mi
bendición: en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.