Manaus, Amazonas, Brasil
Mensaje de María
¡La paz amados hijos míos, la paz!
Hijos míos, yo vuestra madre, os estoy llamando a
vosotros y a vuestras familias a Dios, porque deseo vuestra conversión y
felicidad, para que sean evitadas grandes tristezas y calamidades que podrán
abatirse sobre toda la humanidad.
Yo os hablo y os convido para que viváis vueltos hacia
Dios y hacia el cielo, pero muchos de vosotros permanecen sordos a mi llamado.
No endurezcáis vuestros corazones y no viváis en pecado.
Muchos de mis hijos todavía no están convertidos. Muchos
dicen hacer muchas oraciones, pero sus corazones están distantes de Dios y de
mí. No engañéis a Dios y no os engañéis, porque Él ve todo. Él conoce a cada
uno de vosotros por dentro y por fuera, porque ve el interior de vuestros
corazones.
Yo vengo a reuniros en oración para que la misericordia
divina se irradie sobre la vida de muchos de mis hijos, y así, tantos de ellos
aprendan a donarse y a sacrificarse por la salvación de las almas.
Mudad de vida, hijos míos, mudad de vida cuanto antes,
porque existen los secretos que están andando hacia pleno cumplimiento y muchos
de vosotros no estáis preparados para aquello que vendrá. Muchos serán
sorprendidos, porque se dejaron vencer por el orgullo y por las pasiones del mundo
y se tornaron almas amargas, podridas y sin vida para Dios, pues están ciegos
para satanás.
Rezad por la conversión de los incrédulos, rezad por los
que se tornaron infieles. Mi Corazón maternal sufre mucho a causa de ellos,
porque no deseo la condenación de vuestras almas. Escuchad y vivid lo que yo os
digo y muchos podrán encontrar el camino santo del Señor que lleva hasta el
cielo.
Desead el cielo. Luchad por el cielo. Dedicaos todavía
más para vivir vueltos hacia Dio y para el cielo y no os arrepentiréis.
Retornad a vuestras casas con la paz de Dios. Os bendigo a todos: en nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
Hoy, la Santísima Madre me
habló nuevamente sobre los secretos. Ella nos pidió que estemos siempre con
nuestras almas preparadas y que nunca dejemos de lado la confesión, la
Eucaristía ni la adoración al Santísimo Sacramento, porque unidos a Jesús,
nuestros corazones, nuestras almas y nuestras vidas serán curadas, purificadas
y nuestra fe será fortificada y renovada.
Mateo 13, 12-14
Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a
quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas,
porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la
profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no
veréis.
Isaías 42, 20
Por más que has visto, no has hecho caso; mucho abrir las
orejas, pero no has oído.
Jeremías 5, 21
Ea, oíd esto, pueblo necio y sin seso - tienen ojos y no
ven, orejas y no oyen - :
Ezequiel 12, 2
Hijo de hombre, tú vives en medio de la casa de rebeldía:
tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, porque son una casa de
rebeldía.