Manaus, Amazonas.
Mensaje de la Sagrada Familia
Hoy apareció la Sagrada
Familia: Jesús, María y José. El niño Jesús aparentaba tener la edad de 5 años
y estaba encima de una nube, entre la Virgen Santísima y el Glorioso San José.
Su vestimenta era azul clara con pequeñas estrellas doradas que brillaban. Delante
suya había un globo, que representaba el mundo entero. Él levantó sus pequeñas
manos para bendecir, mas de repente, ellas parecían estar demasiado pesadas, a
punto de caer con toda la fuerza sobre el globo, para golpearlo fuertemente. El
Niño Jesús, mirando para mí, serio, me dijo:
Mis manos pesan sobre la humanidad, a causa de sus
terribles pecados, y ella no merece mis bendiciones, mas el merecido castigo y
mi Divina Justicia.
Nuestra
Señora y San José aseguraron rápidamente las manos del Niño Jesús, para que no
golpeara el mundo. Comprendí que los pecados que hacían a Jesús golpear el
mundo con sus manos eran los pecados impuros, particularmente los pecados
contra la naturaleza, los terribles pecados de adulterios y los pecados de las
drogas. Nuestra Señora, con mirada triste, mas misericordiosa, me dijo:
Pedid a mi Hijo Divino el perdón por haberlo ofendido con
terribles pecados. ¡Arrepentíos de vuestros pecados!
Después, San
José me dijo:
La Justicia de mi Hijo Divino desea castigar a los
pecadores ingratos y el Corazón de mi Hijo pide reparación, arrepentimiento y
conversión, en caso contrario, el mundo sufrirá mucho, por haber sido
desobediente a Dios.
Hijo mío, acoge nuestro urgente mensaje en tu corazón y
di a todos tus hermanos que apresuren su conversión personal y de corazón a
Dios, dejando atrás las cosas equivocadas y la vida pecaminosa.
Que todos doblen sus rodillas por tierra, sabiendo humillarse
delante de la Divina Majestad de Dios, reparando vuestras ofensas y acciones
ingratas que tanto hieren el Corazón Divino de mi pequeñito y amado Jesús, que
desea ardientemente la salvación de la humanidad, mas que no recibe de ella el
amor, la honra y la gloria merecida, porque muchos se encuentran distantes de
la gracia de Dios, ciegos por Satanás.
Mira, hijo mío, yo y mi Esposa, la Virgen Santísima e
Inmaculada, aseguramos las manos divinas de nuestros Hijo Divino, para que Él
no castigue al mundo como merece. Ofreced vuestras oraciones al Padre, al Hijo
y al Espíritu Santo, sabiendo ser obedientes a su Divina Voluntad, cambiando el
rumbo de vuestras vidas.
El mundo pasará por grandes sufrimientos y dolores, si
continúa sordo a los llamados divinos que mi Hijo Jesús os hace en muchos
lugares, porque Él no es obedecido ni oído.
Rezad, rezad, rezad y la misericordia divina os
envolverá. Rezad muchas veces:
¡Corazón
Divino de Jesús, ten piedad de nosotros, pobres pecadores!
Y el Señor tendrá misericordia de vosotros y de vuestras
familias, compadeciéndose de todos. Retornad a vuestras casas con la paz de
nuestros Santísimos Corazones. Os bendigo a todos: en nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!