Mensaje de Jesús
Después de la oración del
Rosario, la imagen de Cristo Crucificado tomó vida. La cabeza de la imagen se
meció y fue girando hacia mí dirección y apareció Jesús clavado en la cruz con
las heridas y las llagas. Él irradiaba una luz muy fuerte, más brillante que el
sol. Jesús, mirando para mí dijo:
Hijo mío, mira hacia mis llagas, llagas de amor y de
dolor. Mi cuerpo fue herido y llagado a causa de los pecadores, pero los
pecadores no se quieren arrepentir. Yo sufro, y lloro a causa de sus pecados,
pero muchos corazones están endurecidos y son insensibles a mis lágrimas y a
las lágrimas de mi Santísima Madre.
El pueblo brasileño se volvió ingrato, desobediente y frío
para con mi Divino Corazón. He aquí que te digo: Yo voy a purificar Brasil
intensamente, porque Brasil constantemente me ofende con muchas infidelidades,
impurezas, crímenes y ultrajes.
Pueblo rebelde y deshonesto, que desea maltratar, robar,
mentir y explorar. Pueblo que no se dobla, que no se purifica y que no me oye
ni oye a mi Madre Santísima. Con el dolor, con la sangre y con el lloro Yo voy
a purificar al pueblo brasileño que solo vive de alegrías pasajeras, igual que
las personas tontas, descuidando la salvación de la propia alma.
Reza, reza y haz rezar, para que los corazones se abran
cuanto antes, para que el pueblo tenga hambre de la Palabra de Dios, en caso
contrario, el hambre llegará hasta que se me busque y se me desee con amor.
Acoged mi bendición y mi llamada en vuestros corazones y
mi misericordia os envolverá. Mucho desearán venir aquí en este lugar en el
tiempo de los dolores y de la desesperación, pero no lo conseguirán, porque
fueron rebeldes, incrédulos y de corazón duro.
En este momento, vi que fueron
apareciendo a los pies de la cruz más y más personas. Ellas lloraban, estaban
afligidas y angustiadas. Estas personas eran de muchos lugares que el Señor me
hacía ver allí a los pies de la cruz, en aquel momento, pero ellas se
encontraban en sus casas y decían al Señor: ¡Perdóname Señor, por haber dudado,
por haber sido incrédulo, por no haberte escuchado a Ti!... ¡Era todo verdad y
yo te abandoné y abandoné a Nuestra Señora, cerrando mi corazón a tu voz y a la
voz de Ella!... Jesús desde la cruz miraba para estas personas con aire serio y
severo. ¡Ellas querían ir a Itapiranga, pero no podían!
Reza, reza; pues solamente Yo puedo alejar los dolores y
los sufrimientos que llegarán en breve. Yo os bendigo: en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!