Mensaje de
María, Reina del Rosario y de la Paz
¡La paz amados hijos míos, la
paz!
Hijos míos, yo vuestra Madre, vengo
del cielo para pediros: cambiad de vida, arrepentíos de vuestros pecados, dejad
las cosas erradas atrás. Sed de Jesús con todo vuestro corazón, con toda
vuestra alma, mente y vida.
No os dejéis engañar por el
demonio y por las ilusiones del mundo. No perdáis vuestro lugar en el cielo. El
mundo pasa, hijos míos, mas el cielo es para siempre. No os dejéis engañar: hay
un solo Dios y una sola fe. No existen varias iglesias que lleven hasta la
salvación, mas solamente la Iglesia de mi Hijo Jesús que os dejó y es la Iglesia
Católica.
Abrid vuestros corazones a las
verdades de Dios y ciérrenlos a las mentiras de satanás. Confesaos. Tened una
vida más pura y santa. La impureza ofende mucho a Dios y a mi Corazón de Madre.
Dejad los pecados impuros para
siempre, pues ellos son los que llevan más almas al fuego del infierno. Sed
fieles, esposos y esposas. Dejad las infidelidades y los adulterios atrás. Renovad
vuestras vidas en el amor de mi Hijo Divino.
Los tiempos son graves. Muchos
están siguiendo el camino de la perdición que lleva al fuego del infierno.
Pedid la luz y la gracias del Espíritu Santo para que seáis los verdaderos discípulos
de mi Hijo Jesús e hijos míos, muy amados.
Hijos míos, escuchadme. No hagáis
oídos sordos a mi llamado. El mundo está a punto de pasar por grandes pruebas y
castigos y no está preparado para lo que vendrá.
Aquí, donde yo aparecí, dejaré
una señal en el monte de la cruz del monte. Esta señal el inicio de los acontecimientos
que cambiarán vuestras vidas para siempre. No perdáis el cielo. Luchad siempre para
estar al lado de mi Hijo en el Paraíso.
Yo os amo y no quiero vuestra
condenación eterna. Yo os acojo en mi Inmaculado Corazón y os cubro con mi manto
protector.
Retornad a vuestras casas con
la paz de Dios. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. ¡Amén!