19 de Junio
de 2019 – Manaos, Amazonas, Brasil.
Mensaje de Nuestro
Señor Jesucristo
Hijo mío, escribe lo que yo coloqué en tu corazón y
medita profundamente:
“Nuevamente
me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos: «¿Qué estás viendo?»
«Un puchero hirviendo estoy viendo, que se vuelca de norte a sur.» Y me dijo
Yahveh: «Es que desde el norte se iniciará el desastre sobre todos los
moradores de esta tierra” (Jeremías, 1, 13-14).
“Mi tienda
ha sido saqueada, y todos mis tensores arrancados. Mis hijos me han sido
quitados y no existen. No hay quien despliegue ya mi tienda ni quien ice mis
toldos. Es que han sido torpes los pastores y no han buscado a Yahveh; así no
obraron cuerdamente, y toda su grey fue dispersada ¡Se oye un rumor! ¡ya
llega!: un gran estrépito del país del norte, para trocar las ciudades de Judá
en desolación, guarida de chacales” (Jeremías, 10, 20-22)
Habla de mi indignación contra los malos pastores,
pastores estúpidos que no piden más mi consejo, que no buscan más mi
orientación, porque están sin luz, sin vida y sin la gracia divina. ¿Cómo
pueden querer recibir mi luz si no dan el primer paso: rezar? ¿Cómo pueden ser
pastores de almas si no cuidan de las suyas propias, que estén en ruinas? ¿Qué
pastor es aquel que da la propia vida por sus ovejas y no aquel que da sus
ovejas para que otros, vestidos con piel de cordero, las pastoreen? Ellos mismo
están más débiles y abatidos y no consiguen llevar las ovejas para pastos
seguros, donde hay vida y gracia, porque sus almas están arruinadas por los
pecados que ellos mismos cometen.
He aquí que llegaron los tiempos sombríos, tiempos de
terribles errores y confusiones, donde quién guía a las almas son los burros y
los sabios se callan, dejando que sus bocas sean tapadas, con la mordaza del
pecado y la mentira.
Del Norte se está levantando una gran humareda, señal de
que un fuego tremendo está por venir, que traerá la ruina para todos los
habitantes de la tierra, que destruirá muchas almas, que causará una gran
devastación en mi Santa Iglesia. Habla, habla, clama a los cuatro cantos de la
tierra que la Reina del Rosario y de la Paz, mi Madre Santísima, por muchos
años se manifestó en esta tierra, en esta región Amazónica, enseñando la
verdadera evangelización de los corazones y de las almas, mostrando a todos la
luz que irradia de mi Sagrado Corazón. Sus palabras son luz y orientaciones
venidas del cielo, no solamente para todo el pueblo de la Región Amazónica, mas
para todos los pueblos del mundo entero.
Ella es la Llena de Gracia, la Sede de la Sabiduría, que
guía a las almas por mi camino santo, de una evangelización que muda las almas
y convierte a los corazones, de una evangelización que muda las almas y
convierte los corazones, de una evangelización que transforma vidas y familias,
que cura sociedades enteras, que trae la verdadera paz que viene de Dios.
No seáis sordos a los llamados del cielo, no seáis sordos
a la voz de mi Santísima Madre. Ella ha hecho mucho por este pueblo y por el
mundo entero, más de lo que nadie podrá imaginar. Acoged nuestros llamados
ahora, para que tengáis vida y vida en abundancia.
Que mis Ministros sean santos y castos, humildes y
obedientes ante mi llamado Divino. Que ellos den todo de sí, en el camino que
ellos escogieron unidos a Mí y en el sí que ellos me dieron. Que sus manos al
consagrar mi Cuerpo, Sangre, alma y divinidad, sean cada vez más inmaculadas,
asemejando a las manos de mi Santísima Madre, que me tomó muchas veces con las
manos, que me acarició y me amó con un amor puro y verdadero.
Que mi casa no se divida por la mitad, mas que ella sea
fortificada por las verdades eternas dejadas y enseñadas de generación en
generación, como Yo deseo y siempre desearé.
Que todos sepan reconocer su nada ante mí, verdadero
Señor del cielo y de la tierra.
¡Gracias por atenderme!
¡Yo te bendigo!