22 de Junio
de 2019 – Manaos, Amazonas, Brasil.
Mensaje de María
¡La paz amados hijos míos, la paz!
Hijos míos, yo vuestra Madre Inmaculada, vengo del cielo
para llenar vuestros corazones del amor de Dios. El amor de Dios puede curar
vuestras almas y vuestros corazones, librándoos de toda enfermedad, de todo
pecado y todo mal.
No os alejéis del amor de Dios, hijos amados, mas desead
este amor puro y santo, amor poderoso que cambia vuestras vidas.
Yo estoy aquí para guiaros por el camino de la verdad,
para que no perdáis la fe y el coraje de seguir el camino santo del Señor.
Rezad, hijos míos. Que el Rosario sea recitado todos los
días en vuestros hogares para que la luz y la gracia de Dios os bendiga y os
envuelva.
Yo os amo e intercedo todos los días por cada uno de
vosotros ante el Trono de mi Hijo Jesús.
La Santísima
Madre pidió que rezáramos durante una semana todos los días tres veces el Magníficat
acompañados tres veces de la oración a San Miguel Arcángel:
- Rezar por
su obra
- Pidiendo
que ella aplaste las cabezas de estos demonios que nos persiguen a nosotros y a
nuestras familias.
- Para que
su Inmaculado corazón triunfe sobre todo mal y en la vida de todos sus hijos.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de
corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los
hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la
misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y
su descendencia por siempre.
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro
amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste
sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia
Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás,
y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.