Mensaje de María
¡La paz amados hijos míos, la paz!
Hijos míos, yo vuestra Madre, vengo del cielo para
pediros que perseveréis en vuestro camino de conversión, ofreciendo al Señor
oraciones y sacrificios por la conversión del mundo, que cerró los oídos a los
llamados que Dios os hizo, a causa del pecado.
Hijos míos, grandes sufrimientos se aproximan y muchos de
vosotros cargaréis una pesada cruz, a causa de los corazones orgullosos, de
aquellos que se dejaron cegar por Satanás. Vosotros derramaréis muchas lágrimas
al ver cómo quedará la Iglesia de mi Hijo Divino, mas no os desaniméis, tened fe.
Yo estaré a vuestro lado para consolaros en vuestros dolores y para recoger
cada lágrima derramada por amor a mi Hijo Jesús, para consolar su Divino
Corazón.
La verdad será considerada mentira y la mentira será
proclamada como si fuera verdad. Mas acordaos, hijos míos, de Dios nadie se
burla.
Yo todavía estoy sujetando el brazo de la justicia de mi
Hijo, por un poco más de tiempo, porque ya está demasiado pesado y Él desea
penalizar a los pecadores de un modo fuerte y terrible.
Hijos míos, doblad vuestras rodillas en el suelo y rezad
el Rosario. Solamente así, podréis ofrecer al Señor la reparación, aplacando su
Divina Justicia. Pedid perdón de vuestros pecados, a través del sacramento de
la confesión…
En este
momento, por una luz interior, Nuestra Señora me hizo comprender que llegará el
día en que nos negarán la confesión, a los hijos suyos que creen en sus apariciones
y a aquellos que busquen este sacramento, no lo encontrarán, porque los
sacerdotes no desearán administrarlo a los fieles, sus hijos devotos.
… Y ofreced el Cuerpo y la Sangre de mi Hijo Divino al Padre
Eterno y Él se compadecerá de todos vosotros. Caso contrario, grandes
calamidades caerán sobre la humanidad y grande será la desolación. Muchos morirán
y serán eliminados en pocos minutos y hasta incluso en pocos segundos, de una
hora para otra, sin tener tiempo para pedir perdón de sus errores. Mi Corazón sufre
cuando yo miro con dolor y amargura, a mis hijos que se dejaron corromper por
el demonio, siguiendo el camino de las pasiones desenfrenadas, rodeados por
muchas otras almas ciegas y destruidas espiritualmente.
Rezad, rezad, rezad. Yo os suplico: escuchadme. Escuchad
mi llamado maternal y volved a Dios, porque falta muy poco para los grandes
acontecimientos dolorosos, que cambiarán de una vez para todas la faz de la
tierra.
Volved a vuestras casas con la paz de Dios. Os bendigo a
todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.