Mensaje de María,
Reina del Rosario y de la Paz
¡La paz amados hijos míos, la paz!
Hijos míos, yo vuestra Madre, vengo del cielo para
pediros que recéis cada vez más el Rosario por la Santa Iglesia y por las
familias.
Los tiempos de los dolores y de las pruebas llegaron y
muchos de vosotros todavía no os disteis cuenta de eso, porque el pecado os
hace a vosotros adormecer en vuestro camino espiritual.
Dios me está enviando al mundo para llamaros a Él y a la
conversión, para mostraros el camino que os conduce al cielo, mas vosotros no
me escucháis y no vivís mis llamados como yo os pedí.
Hijos, abrid vuestros corazones. Decidíos por la vida en
la gracia de Dios y no por una vida en el pecado, lejos de su amor Divino.
Yo estoy viniendo al mundo para orientaros, para
consolaros con mi presencia maternal, a fin de que no os desesperéis ante las
pruebas y no perdáis la fe.
Como vuestra Madre, yo conozco vuestros sufrimientos y
dolores y sé de vuestras cruces que cargáis por amor a mi Hijo Divino.
Coraje, hijos míos. Coraje. Jesús no os abandona jamás.
Él está a vuestro lado, dándoos un poco de su fuerza y gracia, para que sepáis
vencer todo en vuestras vidas con la fuerza de su amor divino.
Rezad, rezad, rezad mucho, pues muchos de vuestros
hermanos están cegados por Satanás y corren el peligro de caer en el fuego del
infierno. Satanás consiguió llevar a la ruina espiritual a muchos Ministros de
Dios y mi Corazón Inmaculado sufre y sangra de dolor.
Hijos, interceded, doblad vuestras rodillas en el suelo y
rezad el Rosario, ofreciendo reparación a Dios. El mundo precisa de una gran
conversión. Brasil está herido, a causa de los innumerables pecados que se
cometen en el suelo brasileño. Satanás quiere traer muerte, sangre y dolor para
Brasil, por medio de revoluciones sangrientas y de la violencia.
Rezad por la paz del Brasil, que está amenazada. Rezad los
Magníficats, pues Dios escucha vuestras oraciones, Él está atento a la voz de
vuestras súplicas.
Yo os amo y os acojo en mi Manto Inmaculado, Volved a
vuestras casas con la paz de Dios. A todos os bendigo: en nombre del Padre del
Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!