13 de octubre de 2019 – Itapiranga, Amazonas, Brasil.
Mensaje de María,
Reina del Rosario y de la Paz
La Madre Santísima vino hoy acompañada de San José con el
Niño Jesús en sus brazos. Ellos estaban al lado izquierdo del lado de Nuestra
Señora. A su lado derecho hermana Dulce, gloriosa, declarada Santa (el día 13
de octubre de 2019). La Santa Madre nos dio el siguiente mensaje:
¡La paz amados hijos míos, la paz!
Hijos míos, yo vuestra Madre, vengo del cielo porque os
amo inmensamente y deseo teneros un día conmigo en el cielo, al lado de mi Hijo
Jesús.
No os desaniméis. La oración, los sacrificios, las
penitencias y la perseverancia de cada uno de vosotros está atrayendo una lluvia
de gracias extraordinarias sobre Itapiranga, sobre el Amazonas y el mundo entero.
Rezad mucho para ser de mi Hijo Jesús. Él os ama y desea vuestra salvación
eterna. Hoy, mi Hijo Divino viene con San José para bendecir a toda la
humanidad y a todos vosotros.
Hijos míos, no se alejen del camino que os indico. Este
camino es santo y os conduce al cielo. Yo os acojo en mi Inmaculado Corazón.
¿La Señora acepto nuestra penitencia de hoy?
Si, hijo mío. Todo lo que vosotros ofrecieron hoy al Corazón
de mi Hijo y a mi Corazón fue aceptado y se transformará en grandes gracias y
bendiciones para Itapiranga, para vuestras familias y toda la humanidad.
Haced de todo para obtener vuestro lugar en el cielo.
No os engañéis con el mundo. El mundo es pasajero, ¡el
cielo es para siempre!
Yo os bendigo, uno a uno, os doy una bendición especial.
Volved a vuestras casas con la paz de Dios. A todos os bendigo: en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
Por la mañana, sobre las 10.30, hicimos la penitencia de
caminar de rodillas desde la entrada del Santuario hasta la imagen de Jesús
crucificado, ofreciéndola como reparación por los pecados del mundo y por la
obra de Nuestra Señora.
Cuando nosotros estábamos caminando de rodillas, pedimos perdón
y ofrecimos la reparación por todos los pecados cometidos por los satanistas,
por las personas que practican ocultismos, rituales macabros, los profanadores
de los santuarios e Iglesias, que pecan contra Jesús, en la Santísima
Eucaristía, en rituales satánicos con terribles ultrajes, por todo el mal que
hicieron contra la Obra de Nuestra Señora. De repente, el pavimento se puso caliente
terriblemente como si fuese una brasa viva, todas las personas sintieron eso en
sus carnes. Pensaba que no lo iba a conseguir, porque si se procuraba poner las
manos en el pavimento para buscar alivio, ellas se quemaban de la misma forma
sin ningún alivio. Cuando estaba ofreciendo esta reparación y pensando en el
mal que hicieron los brujos, los hechiceros y practicantes de la macumba contra
la obra de Nuestra Señora, para que el mal fuera destruido, para que se
arrepintiesen y convirtiesen, no soportaba más el dolor y me levanté durante un
momento, pero las plantas de los pies quemaban también. Yo pensé: no puedo
desistir, el infierno es para siempre y aquí todavía no es para siempre, es
sólo por un momento. Me arrodillé de nuevo y continué siguiendo a os demás, pero
parecía que el camino hasta la imagen de Jesús crucificado había quedado muy distante,
sin fin, pero hicimos la reparación hasta el final.
Nuestra Santa Madre me mando decir a las personas
presentes, que el sufrimiento que pasamos y que el dolor que sentimos no era a
nada que se asemejase, a una gota del menor sufrimiento que sufren las almas
del purgatorio- Si aquel dolor terrible no era todavía el menor sufrimiento del
purgatorio, no podemos imaginar como es el dolor y el sufrimiento en el infierno,
que será para toda la eternidad.