28 de septiembre de 2019 – Itapiranga, Amazonas, Brasil.
Mensaje de María,
Reina del Rosario y de la Paz
¡La paz amados hijos míos, la
paz!
Hijos míos, yo vuestra Madre, vengo
del cielo para llamaros a la conversión, para llamaros a Dios que tanto os
quiere bien.
Hijos, no perdáis tiempo. Convertíos.
El mundo se está dirigiendo cada vez más al borde del gran abismo que lleva al
fuego del infierno.
Muchos están ciegos y sordos y
no quieren escuchar los llamados que, mi Señor, os hace por medio de mí.
No os engañéis, hijos míos, nada
en este mundo se compara con la vida eterna. Luchad por el cielo. Luchad para
conquistar un día la vida eterna, la vida plena al lado de Dios.
Rezad mucho por el bien de la
humanidad. Rezad mi Rosario por la conversión de vuestros familiares, pues los
tiempos serán más difíciles y grandes errores contaminarán a muchos de mis
hijos, haciendo con que muchos se alejen de la verdad y de la verdadera fe.
Yo estoy aquí para ayudaros y
guiaros en estos días de tinieblas y de falta de fe. Yo os digo: no temáis.
Venid a refugiaros dentro de mi Inmaculado Corazón. Aquí estaréis protegidos
contra muchos males y peligros corporales y espirituales. Hijos míos, ah, hijos
míos… mi Corazón sufre por vosotros, por todo aquellos que deberán soportar y
sufrir a causa de los corazones orgullosos y gananciosos. Escuchadme. Cambiad
de vida. Rezad siempre más (siempre/cada vez más).
En estos tiempos, hijos míos, se
están realizando muchas cosas que yo os revelé en el pasado. Yo estoy con mi
Corazón maternal lleno de dolor, porque es grande el número de mis hijos que
ofenden a mi Hijo Jesús con terribles pecados, que no temen más a Dios, que se
dejan usar por Satanás para ser sus instrumentos malignos y así poder destruir
las obras santas de Dios.
Doblad vuestras rodillas en el
suelo y rezad. Todo mal es destruido con la oración, la penitencia y el ayuno.
Dios no desampara jamás a sus hijos que claman por el auxilio divino.
Rezad, rezad, rezad y Dios os
ayudará y os bendecirá en vuestras mayores aflicciones.
Volved a vuestras casas con la
paz de Dios. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. ¡Amén!