Mensaje de la Reina del Rosario y de la Paz
La Santa Madre llegó tan majestuosa y llena de amor. Su presencia Inmaculada siempre nos da fuerza y paz. Su mirada maternal nos acompaña siempre y está atenta a nuestros pasos, para ayudarnos a hacer siempre la voluntad de Dios. En esta noche, ella nos dijo:
¡La paz amados hijos míos, la paz!
Hijos míos, yo vuestra Madre, estoy aquí para conduciros a Dios, porque Él desea vuestra conversión y salvación eterna.
Rezad para permanecer en el camino santo del Señor. Este camino es de mucha oración, de renuncias, penitencias y arrepentimiento, donde vosotros aprenderéis a amar y a perdonar.
No os alejéis de mi Inmaculado Corazón, pecando y ofendiendo a mi Hijos Jesús. Yo estoy preocupada con el destino del mundo y con vuestras familias, hijos míos.
Muchas calamidades herirán fuertemente a muchos de mis hijos, porque ellos no me oyen, ellos están sordos y con sus corazones endurecidos como piedras.
Yo me coloco entre vosotros y mi Hijo, para suplicaros que no os castigue, a causa de la desobediencia e ingratitud que muchos de vosotros cometéis, sin hacer reparación.
No os canseis de rezar. Que la oración sea vida y luz en vuestros hogares, para que deseéis estar con Dios y seáis merecedores de vuestras gracias y bendiciones divinas.
Rezad, rezad, rezad. Volved a vuestras casas con la paz de Dios. A todos os bendigo: en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
Antes de irse, la Santa Madre no dijo:
Estad siempre preparados, en la gracia de Dios, con la confesión y la comunión frecuentes. Escuchad mis llamados. Vivid lo que yo os digo: es para vuestro bien, amados hijos. ¡Hasta pronto!