La primera aparición de la Virgen María, a Maria do Carmo, tuvo lugar el día 2 de mayo de 1994. A Edson Glauber, su hijo, el día 31 de mayo de 1994, mientras él y su madre, rezaban el rosario en casa. Desde entonces la Virgen, San José y Jesús continúan transmitiendo mensajes y oraciones para difundir la devoción en todo el mundo a sus tres Sagrados Corazones.

Los mensajes originales están expuestos en portugués en:

As aparições da Virgem Maria no Amazonas

domingo, 15 de abril de 2018


9 de abril de 2018 – Amazonas
Mensaje de María

Hijo mío, la santidad es aprender a hacer todo unido a Dios. Es permitir que Él ame a través de vosotros, es permitir que Él actúe usándoos como desea.
La santidad es el camino del amor y del perdón, es aquel camino donde vosotros encontraréis siempre el Corazón de mi Hijo Jesús, que siempre os espera para conduciros entre las pruebas y las dificultades de la vida.
El corazón de mi Hijo es manso y con paciencia Él os perdona y os enseña, para ver vuestras almas curadas de todas las heridas y brillando por la luz de la gracia.
Muchos de vosotros no os ocupáis en buscar los bienes espirituales, mas solamente los bienes materiales. Muchos corazones no se abren a la vida de la gracia en Dios, porque están pesados por las vanas preocupaciones del mundo.
Muchos hijos míos parten de este mundo sin nunca haber hecho la experiencia profunda del amor de Dios, porque el enemigo los llenó y sofocó con muchas vanidades, codicias, lujurias e inicuos deseos. Él consiguió que el amor de Dios fuera expulsado de estos corazones como aquel deseo y esperanza de conseguir el cielo y la vida eterna.
Cada despuntar de la aurora en una continua llamada de Dios a la conversión de cada alma, de cada corazón. No desperdiciéis más vuestro tiempo pecando y alejándoos del Señor. No perdáis la oportunidad que Él  os da de un nuevo día para la conversión, para la santificación de vuestras almas.
Un alma orgullosa jamás comprenderá los misterios de Dios ni un alma impura. Sed santos, sed puros, sed de Dios, Pureza Eterna y Majestad Infinita. ¡Yo te bendigo!