14 de marzo de 2020 – Manaos, Amazonas, Brasil
Mensaje de Jesús y Nuestra Señora
Hoy, aparecieron Jesús, Nuestra Señora y San José. Jesús
estaba en una cruz luminosa, Nuestra Señora estaba a la derecha de San José y a
su izquierda. La Madre Santísima fue quién nos dio primero un mensaje:
¡La paz amados hijos, la paz!
Hijos míos, yo vuestra Madre, vengo del cielo para daros
fuerza y protección, vengo del cielo para bendeciros y concederos la paz.
No os desesperéis. ¡Nada temáis! Dios es mayor que todo y
que todos y Él siempre triunfará sobre todo mal.
Un plan maligno está en pleno cumplimiento, para que
muchos de mis hijos y mis hijas sufran y queden atrapadas en las trampas y las
mentiras de satanás. Él, el padre de la mentira, actúa para reducir a la Santa
Iglesia al descrédito, al silencio, a causa de la falta de fe que llegó al extremo,
debido al pecado de muchos ministros de mi Hijo, que se convirtieron en
sepulcros encalados que llevan a muchas almas para el abismo de la perdición,
porque no son más hombres ungidos, de fe, de oración, ni de una vida santa.
Satanás se burla de muchos de ellos, porque se cree vencedor,
a causa de sus agentes maligno que consiguieron su primer objetivo: mostrar a
muchos en el mundo que es Él quién dirige todo como desea.
No os dejéis vencer por sus errores y mentiras. Rezad el
Rosario con los Magníficas y Dios hará que su plan maligno fracase y el mal y
la mentira caigan por tierra. Si no rezáis y no hacéis penitencia, sus mentiras
llevarán sufrimiento y dolor a toda la humanidad de forma más intensa, porque
la violencia y la sangre derramada llegará muy pronto, a causa de los hombres
soberbios y ávidos de poseer y por el poder.
Pedid perdón de vuestros pecados, poneos de rodillas en
el suelo y suplicada la misericordia de Dios para el mundo entero.
Acordaos, hijos míos: lo que el hombre inventa es todo
imperfecto. Sólo lo que Dios crea es perfecto. Toda la creación hecha por los
hombres acabará y no durará para siempre. Nada quedará oculto por mucho tiempo.
San José hará por la Santa Iglesia y por el mundo entero
grandes cosas, por orden de mi Hijo Jesús. Él dará la gran señal de su amor, en
favor del pueblo del Señor, el pequeño resto fiel a sus palabras divinas y a
sus Santas Leyes.
En este momento, Jesús mirando serio para todos me dijo éstas
palabras:
Yo permitiré que la Iglesia y el pueblo del Amazonas sean
purificados de sus pecados, a causa de su ingratitud, falta de fe y desprecio a
mi Madre Inmaculada, que por muchos años vino por orden mía a llamaros a la oración
y a la conversión.
Mientras no reparéis su terrible error, la Iglesia y el
pueblo sufrirán.
Rezad, rezad, rezad y arrepentíos de vuestros pecados,
pueblo de corazón endurecido e incrédulo.
Mucho pediré a la Prelazia de Itacoatiara, por cada palabra
de ultraje dichas a mi Madre Inmaculada, la Reina del Rosario y de la Paz.
En ese momento, Dios me hizo oír algo, escuché al mismo
tiempo varias voces que hablaban, que reían, que se burlaban, que daban
carcajadas, que decían palabras de burla contra Nuestra Señora y sus
apariciones en Itapiranga, que actuaban contra los designios de Dios. De la misma
manera como Jesús me hizo oír y entender, Dios un día, hará que cada una de esas
personas se acuerden de cada palabra y burla que salieron de sus labios.
Poneos de rodillas en el suelo, pues sólo Ella os podrá
servir y pedir delante de mi Santo Trono. Yo haré a todos ver sus errores pasar
delante de sus ojos, por no haberla obedecido y haberse dejado llevar por las
mentiras y los errores de Satanás.
Nuestra Señora pidió por todos nosotros, por la Santa
Iglesia y por el pueblo, para que Jesús no nos castigara como merecíamos. San
José, se unió a la Virgen Santa y también pedía por nosotros. Al ver a los dos
pidiendo por la Iglesia y por el mundo, Jesús nos bendijo. Nuestra Señora,
volvió a hablar:
Hijo mío, diga a todos que confíen y se consagren
diariamente a nuestros tres Sagrados Corazones. Pedid las gracias, no desistáis de suplicarlas y sus oraciones serán oídas pronto, y Dios las concederá, así
como tendrá misericordia de todos vosotros. Volved a vuestras casas con la paz
de Dios. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.