
11 de abril de 2020 – Manaos, Amazonas, Brasil
Mensaje de Nuestra Señora del Rosario y de la Paz
¡La paz a tu corazón!
Hijo mío, únete a mi Corazón Doloroso e Inmaculado, que
sufre por la pérdida de muchas almas. Mi Hijo vino para salvarlas, mas muchas
rechazaron su amor divino y sus gracias, creyendo que el mundo podría darles la
vida y la felicidad. Pura ilusión que el demonio colocó en sus corazones. Nada
es más precioso que el amor de mi Hijo, su gracia y su perdón . Quién está
unido a su Divino Corazón tiene la vida verdadera, tiene las puertas del cielo
abiertas para sí. El mundo no os puede dar la vida eterna, solamente mi Hijo
para poderos dar el reino de los cielos. Luchad por el cielo y no para tener
las cosas de este mundo. Todo pasa. De nada adelanta tener bienes materiales si
vuestras almas están podridas, destruidas por el pecado, y os hace merecer el
fuego del infierno.
Hijo mío, llegará la gran persecución para la Iglesia y
para muchos de mis hijos. La persecución será visible, asustadora y terrible.
Los agentes de satanás silenciarán y llevarán al martirio cruel a muchas
personas que no negarán las verdades dejadas por mi Hijo Jesús. Serán días de
gran persecución y dolor. Mas, el triunfo de mi Hijo sobre toda mal vendrá, cuando
Él actúe en el tiempo establecido por el Padre Eterno, en favor de su Iglesia y
de los que permanecerán firmes a sus enseñanzas santas, que lo sigan con fe, cargando
con su cruz.
Muchos medios de comunicación modernos se convertirán en
sus enemigos y los que llevarán a muchos al martirio cruel.
Reza, reza, reza mucho hijo y diga todos mis hijo que se
consagren a sí mismo y a sus familias, diariamente, a nuestros tres Sagrados Corazones,
y pedir la protección de San José, el Protector de la Santa Iglesia y de
vuestras familias. Él, por orden de la Santísima Trinidad, os protegerá y os
ayudará en estos tiempos difíciles, humillando al demonio, destruyendo todas
sus trampas, mentiras y ataques contra los hijos del Señor que claman por su
auxilio Divino, en éstos tiempos difíciles. Todas las noches, rezad a vuestro
Ángel de la Guarda. Ellos también tienen la misión de regir, proteger, gobernar
e iluminar vuestras vidas, por orden del Señor del cielo y de la tierra, que
cuida de sus hijos con mucho amor y celo. Ellos se presentarán visibles y harán
grandes milagros para libraros de los peligros del alma y del cuerpo, cuanto
más los tiempos se vuelvan sombríos y difíciles. Como el Ángel del Señor fue
enviado para liberar a Pedro, así, sus Ángeles de la Guarda harán muchas cosas
por cada uno de vosotros. Tenedlos como vuestros grandes y fieles amigos, dados
por Dios, a cada uno de vosotros.
¡Yo te bendigo, hijo mío, así como también a toda la
humanidad!