15 de agosto de 2020. Fiesta de la Asunción – Manaos, Amazonas, Brasil.
Mensaje de la Reina del Rosario y de la Paz
¡La paz amados hijos míos, la paz!
Hijos míos, alegraos con vuestra Madre Inmaculada,
elevada a los cielos en cuerpo y alma. Mi glorificación en los cielos es la
anticipación de la gloria de cada uno de vosotros y de todos aquellos que fuisteis
fieles al Señor hasta el fin y que vivisteis en este mundo dedicándose por la
gloria de su reino y realizando su Divina Voluntad.
Mi presencia inmaculada y gloriosa en el mundo es la gran
señal del amor de Dios por vosotros. No temáis las pruebas y los sufrimientos
que deberéis soportar, por amor a mi Hijo. Vosotros conseguiréis soportar todo
con amor y con fe. Mi Hijo Divino ya os concedió las gracias de antemano, cuando
yo vine del cielo para bendeciros en mis apariciones ocurridas en medio de
vosotros, durante todos estos años pasados, durante los cuales os he concedido tantísimas
bendiciones y gracias del cielo.
Bienaventurados aquellos que creyeron sin haber visto con
la pequeña fe y amor de sus corazones. No serán decepcionados ni abandonados por
el Señor en los momentos difíciles, porque ellos no abandonaron al Señor ni a
mí vuestra Madre del Cielo en los momentos de los dolores, de las pruebas y de
los ataques contra mi obra de amor. Mas ay de los incrédulos, ay de los que
perdieron la fe y que fueron ingratos, despreciando, persiguiendo y destruyendo
las obras santas de Dios con sus palabras y malos ejemplos. Un día estarán
delante del Señor frente a frente, cara a cara y aquel día será terrible.
Acordaos, hijos míos: muchos son llamados, mas pocos los
escogidos, porque muchos no creen y no tienen fe en sus corazones. Mis palabras
dichas aquí tienen que realizarse y cuando ellas se cumplan muchos incrédulos llorarán
amargamente por el tiempo perdido y suplicarán perdón y misericordia cuando
vean a los muchos que creyeron ser retirados ante sus ojos junto al Señor y
estos incrédulos permanecerán en el mundo para ser castigados por el gran
castigo que estará viniendo sobre ellos, descendiendo del cielo violentamente
para castigar a los pecadores. Rezad, rezad, rezad, porque la hora decisiva
está llegando.
Yo os bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén