La primera aparición de la Virgen María, a Maria do Carmo, tuvo lugar el día 2 de mayo de 1994. A Edson Glauber, su hijo, el día 31 de mayo de 1994, mientras él y su madre, rezaban el rosario en casa. Desde entonces la Virgen, San José y Jesús continúan transmitiendo mensajes y oraciones para difundir la devoción en todo el mundo a sus tres Sagrados Corazones.

Los mensajes originales están expuestos en portugués en:

As aparições da Virgem Maria no Amazonas

domingo, 9 de agosto de 2020

Mensaje de la Reina del Rosario y de la Paz 8 de agosto

8 de agosto de 2020 – Manaos, Amazonas, Brasil

Mensaje de la Reina del Rosario y de la Paz

 

¡La paz a tu corazón!

Hijo mío, yo os llamo a Dios y no soy escuchada. Muchos de mis hijos hacen oídos sordos a mi llamado y se quedan con el corazón endurecido a mi voz, a mis palabras de Madre.

Muchos me ultrajan con sus terribles pecados y con sus palabras ofensivas y dudan de mis mensajes, colocándolas en el descrédito, alejando así a muchos de mis hijos del camino de la verdad. Si mis palabras no son verdaderas, que digo con tanto amor y preocupación, ¿las palabras de ellos dichas sin caridad, llenas de odio y ultrajes, están llenas de verdad?

Reza, reza, reza mucho, oh humanidad ingrata, porque los dolores terribles están cayendo sobre ti y te abatirán cada vez más, haciéndote derramar lágrimas amargas, por haber hecho oídos sordos a mi voz maternal.

Los hombres sin piedad, crueles y bárbaros atacarán la Santa Iglesia y Roma será totalmente destruida. La Italia beberá el cáliz amargo del dolor, porque mucho pecó, pero no solamente ella, muchas otras naciones también serán destruidas, a causa de su falta de fe, de amor y de respeto para con las obras santas de Dios.

Estoy triste, hijo mío, porque os hablé y os llamé a Dios y no fui oída, yo os di mucho amor, muchas señales, muchas gracias, muchas bendiciones y fui despreciada y ofendida.

¡Dios no está contento!... Aplacad su justicia cuanto antes, en caso contrario, deberéis soportar el peso de su brazo poderoso y de su justicia de forma terrible.

Yo te bendigo, hijo mío, y a toda la humanidad: en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.