Manaus – Amazonas
Mensaje de Jesús
Hoy aparecieron Jesús, Nuestra
Señora y San José. Los tres estaban coronados. Jesús estaba vestido como un
Rey, con un manto rojo y la túnica blanca. Fue Jesús quién nos transmitió el
mensaje:
¡Mi paz esté con vosotros!
Hijos míos, yo soy la Vida Verdadera para vuestras vidas.
Yo soy la Luz Eterna que ilumina vuestros pasos por caminos seguros, que os
conduce hasta el cielo.
Entregadme vuestra voluntad, vuestras vidas, las
preocupaciones y las tristezas y yo enjugaré vuestras lágrimas y os daré
fuerza, consolación y paz.
Abrid vuestros corazones a los llamados que el cielo os
hace. Los tiempos son obscuros y difíciles para aquellos que no se deciden en
buscar las cosas de lo alto. Muchos corren el peligro de condenarse
eternamente, porque satanás reina más en sus vidas y familias que mi amor y
gracia divina.
Yo soy el Rey, el Rey de todos los corazones, mas muchos
no me aceptan en sus vidas, mucho menos mi amor.
Yo quiero reinar en los corazones, mas encuentro muchos
cerrados, llenos de vicios y de pecados, que no desean convertirse, que no desean
ser curados.
Hoy es un día de Fiesta en el cielo, mas en la tierra, en
muchas Iglesias es un día de gran tristeza y dolor, a causa de aquellas almas podridas
en el pecado y sin vida, que vienen a recibirme con terribles pecados y sin fe.
Yo miro para muchos que se encuentran delante de mis
altares y muchos son verdaderos cadáveres, sin luz y sin Dios. Rezad, rezad, rezad
por la conversión de los pecadores, a fin de que ellos deseen convertirse y
deseen ser del cielo, entregándose a mi Divina voluntad no por obligación, mas
por amor.
Yo di al hombre el libre arbitrio y de Él deseo un amor
puro y sincero, por libre voluntad y aceptación de mi Voluntad.
Corazones que se entregan a mi amor Yo los santifico como
deseo. Aquí, Yo dejo todo mi amor divino y mi bendición. ¡Todo está bendecido!
Yo os coloco dentro de mi Divino Corazón, del Corazón
Inmaculado de mi Madre Santísima y del Corazón Castísimo de mi Padre Virginal
José. Yo os bendigo: en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
Durante la aparición, la Virgen
Santísima y San José conversaron conmigo otras cosas relacionadas con la
Iglesia, con el mundo y mi vida. Ellos me orientaban sobre los que yo debo
hacer para realizar la voluntad de Dios y su obra divina. Cuando Jesús nos dio
su bendición, todos ellos unidos nos bendijeron. Cuando ya se estaban yendo,
del Corazón de Jesús salían rayos que se dirigían a cada uno de nosotros, de
las manos de Nuestra Señora, gracias, y San José tomó algunos pétalos del lírio
que estaba en su mano y lanzó sobre cada uno de nosotros, como gracias y
bendiciones.
"Por eso se dice:
Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará
Cristo. Así pues, mirad atentamente cómo vivís; que no sea como imprudentes,
sino como prudentes; aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son
malos." (Efesios 5, 14-16)